1 ¡ Sálvanos, Señor, pues ya no hay gente piadosa! ¡Ya no hay en este mundo gente fiel!
Salva, Señor, porque el piadoso deja de ser; porque los fieles desaparecen de entre los hijos de los hombres.
2 U nos a otros se dicen mentiras; se hablan con labios zalameros e hipócritas.
Falsedad habla cada uno a su prójimo; hablan con labios lisonjeros y con doblez de corazón.
3 P ero tú, Señor, destruirás todos esos labios; acabarás con toda lengua jactanciosa,
Corte el Señor todo labio lisonjero, la lengua que habla con exageración;
4 q ue dice: «Con nuestra lengua venceremos. Con los labios que tenemos, ¿quién puede dominarnos?»
a los que han dicho: Con nuestra lengua prevaleceremos, nuestros labios nos defienden; ¿quién es señor sobre nosotros ?
5 T ú, Señor, has dicho: «Tanto se oprime a los pobres, y es tanto el clamor de los humildes, que ahora voy a levantarme para acudir en su ayuda.»
Por la desolación del afligido, por los gemidos del menesteroso, me levantaré ahora, dice el Señor; lo pondré en la seguridad que anhela.
6 L as palabras del Señor son puras. Son perfectamente puras, como la plata refinada en el crisol!
Las palabras del Señor son palabras puras, plata probada en un crisol en la tierra, siete veces refinada.
7 T ú, Señor, nos protegerás; nos salvarás para siempre de esta generación,
Tú, Señor, los guardarás; de esta generación los preservarás para siempre.
8 a un cuando los malvados estén al acecho y la humanidad siga exaltando la vileza.
En torno se pasean los impíos, cuando la vileza es exaltada entre los hijos de los hombres.