1 E n ese día se cantará en Judá este cántico: ¡Fuerte es nuestra ciudad! ¡Por muros y antemuros Dios le puso salvación!
En aquel día se cantará este cántico en la tierra de Judá: “Ciudad fuerte tenemos; Para protección El pone murallas y baluartes.
2 ¡ Abran las puertas, y que entren los justos, los guardianes de la verdad!
Abran las puertas para que pueda entrar la nación justa, La que permanece fiel.
3 T ú guardas en completa paz a quien siempre piensa en ti y pone en ti su confianza.
Al de firme propósito guardarás en perfecta paz, Porque en Ti confía.
4 C onfíen siempre en el Señor, porque él es la Roca eterna.
Confíen en el Señor para siempre, Porque en Dios el Señor, tenemos una Roca eterna.
5 É l hizo caer por tierra a los que habitan en las alturas; humilló a la ciudad exaltada, ¡la derribó hasta el polvo,
Porque El ha abatido a los que moran en lo alto, a la ciudad inconmovible; La humilla, la humilla hasta la tierra, la derriba hasta el polvo,
6 y hoy la aplastan con el pie los afligidos y los menesterosos!
Y la pisotearán los pies, Los pies de los afligidos, las pisadas de los desvalidos.”
7 R ecto es el camino del hombre justo, y tú, que también eres recto, le despejas el camino.
La senda del justo es rectitud. Tú, que eres recto, allana el sendero del justo.
8 S eñor, nuestra esperanza reposa en el camino de tu justicia; son tu nombre y tu memoria el mayor deseo de nuestra alma.
Ciertamente, siguiendo la senda de Tus juicios, Oh Señor, Te hemos esperado. Tu nombre y Tu memoria son el anhelo del alma.
9 P or las noches te desea mi alma, y mientras haya en mí un hálito de vida, te buscaré por la mañana porque, cuando tú emites un juicio, los que habitan este mundo aprenden a hacer justicia.
En la noche Te desea mi alma, En verdad mi espíritu dentro de mí Te busca con diligencia. Porque cuando la tierra tiene conocimiento de Tus juicios, Aprenden justicia los habitantes del mundo.
10 P ero no se aprende a hacer justicia cuando se muestra piedad al malvado. Surge la maldad en el país de la rectitud, y deja de verse la majestad del Señor.
Aunque se le muestre piedad al impío, No aprende justicia. Obra injustamente en tierra de rectitud, Y no ve la majestad del Señor.
11 S eñor, tú has levantado la mano, pero tus enemigos no la ven; ¡haz que la vean y que se avergüencen los que envidian a tu pueblo! ¡haz que el fuego los consuma!
Oh Señor, levantada está Tu mano, mas ellos no la ven. Que vean Tu celo por el pueblo y se avergüencen. Ciertamente el fuego devorará a Tus enemigos.
12 T ú, Señor, nos harás vivir en paz, porque tú nos has ayudado a realizar todas nuestras obras.
Señor, Tú establecerás paz para nosotros, Ya que también todas nuestras obras Tú las hiciste por nosotros.
13 D ios y Señor nuestro, otros señores han querido dominarnos, pero nosotros sólo invocamos tu nombre.
Oh Señor, Dios nuestro, otros señores fuera de Ti nos han gobernado. Pero sólo en Ti confesamos Tu nombre.
14 E llos están muertos; no tienen vida. Murieron, y no volverán a vivir, porque tú los castigaste y borraste su recuerdo;
Los muertos no vivirán, los espíritus no se levantarán, Pues los castigaste y destruiste, Y has borrado todo recuerdo de ellos.
15 p ero a tu pueblo, Señor, lo aumentaste, y te cubriste de gloria al ensanchar todos los confines de la tierra.
Has aumentado la nación, oh Señor, Has aumentado la nación, Te has glorificado, Has ensanchado todos los límites de la tierra.
16 S eñor, en nuestra angustia te buscamos, y clamamos a ti cuando nos castigaste.
Oh Señor, en la angustia Te buscaron. Apenas susurraban una oración, Cuando Tu castigo estaba sobre ellos.
17 S eñor, ante ti hemos clamado con dolor, con los gemidos de una parturienta cuando está a punto de dar a luz.
Como la mujer encinta, al acercarse el momento de dar a luz, Se retuerce y grita en sus dolores de parto, Así éramos nosotros delante de Ti, oh Señor.
18 C oncebimos, tuvimos dolores de parto, ¡pero no dimos a luz más que viento! No dimos a la tierra ninguna liberación, ni le nacieron habitantes al mundo.
Estábamos encinta, nos retorcíamos en los dolores, Dimos a luz, al parecer, sólo viento. No logramos liberación para la tierra, Ni nacieron habitantes del mundo.
19 P ero tus muertos vivirán; sus cadáveres volverán a la vida. Los que ahora habitan en el polvo se despertarán y cantarán de alegría, porque tú eres como un rocío de luces, y la tierra dará a luz a sus muertos.
Tus muertos vivirán, Sus cadáveres se levantarán. ¡Moradores del polvo, despierten y den gritos de júbilo!, Porque tu rocío es como el rocío del alba, Y la tierra dará a luz a los espíritus.
20 ¡ Vamos, pueblo mío, entra en tu aposento y cierra tras de ti la puerta! ¡Escóndete por un breve instante, hasta que haya pasado la indignación!
Ven, pueblo mío, entra en tus aposentos Y cierra tras ti tus puertas; Escóndete por corto tiempo Hasta que pase la indignación.
21 P orque el Señor sale ya de su santuario, para castigar a los que habitan la tierra por su maldad contra él. La tierra mostrará la sangre que ha sido derramada sobre ella, y no volverá a ocultar a los que en ella han sido asesinados.
Porque el Señor va a salir de Su lugar Para castigar la iniquidad de los habitantes de la tierra, Y la tierra pondrá de manifiesto su sangre derramada Y no ocultará más a sus asesinados.