1 E n esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
2 P orque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse.
3 P or tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas. A quién se debe temer (Mt. 10. 26-31)
4 M as os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer.
5 P ero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed.
6 ¿ No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios.
7 P ues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos. El que me confesare delante de los hombres
8 O s digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios;
9 m as el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
10 A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.
11 C uando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir;
12 p orque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir. El rico insensato
13 L e dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia.
14 M as él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?
15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
16 T ambién les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho.
17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;
19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate.
20 P ero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?
21 A sí es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. El afán y la ansiedad (Mt. 6. 25-34)
22 D ijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis.
23 L a vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido.
24 C onsiderad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves?
25 ¿ Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo?
26 P ues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás?
27 C onsiderad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.
28 Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?
29 V osotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.
30 P orque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas.
31 M as buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. Tesoro en el cielo (Mt. 6. 19-21)
32 N o temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.
33 V ended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye.
34 P orque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. El siervo vigilante
35 E stén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas;
36 y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida.
37 B ienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles.
38 Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos.
39 P ero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa.
40 V osotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá. El siervo infiel (Mt. 24. 45-51)
41 E ntonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?
42 Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración?
43 B ienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
44 E n verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes.
45 M as si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse,
46 v endrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles.
47 A quel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.
48 M as el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá. Jesús, causa de división (Mt. 10. 34-36)
49 F uego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?
50 D e un bautismo tengo que ser bautizado; y!! cómo me angustio hasta que se cumpla!
51 ¿ Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión.
52 P orque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra tres.
53 E stará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra. ¿Cómo no reconocéis este tiempo? (Mt. 16. 1-4; Mr. 8. 11-13)
54 D ecía también a la multitud: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y así sucede.
55 Y cuando sopla el viento del sur, decís: Hará calor; y lo hace.
56 H ipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo? Arréglate con tu adversario (Mt. 5. 25-26)
57 ¿ Y por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?
58 C uando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.
59 T e digo que no saldrás de allí, hasta que hayas pagado aun la última blanca.