E l aliento de nuestras vidas, el ungido de Jehová, de quien habíamos dicho: «A su sombra tendremos vida entre las naciones», quedó apresado en sus lazos.
El aliento de nuestras vidas, el ungido del Señor, fue atrapado en sus fosos, aquel de quien habíamos dicho: A su sombra viviremos entre las naciones.
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