T us habitantes demandaban la ayuda del Señor. ¡Que tus lágrimas, bella Sión, corran día y noche como arroyo! ¡No reprimas el llanto de tus ojos!
Su corazón clamó al Señor: Muralla de la hija de Sion, corran tus lágrimas como un río día y noche, no te des reposo, no tengan descanso tus ojos.
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