É sta es la causa de mis lágrimas. El llanto brota de mis ojos, pues no tengo a nadie que me consuele; ¡no tengo a nadie que me reanime! ¡Mis hijos han sido derrotados! ¡El enemigo nos venció!
Por estas cosas lloro yo; mi ojo, mi ojo derrama agua, porque lejos de mí está el consolador, el que reanima mi alma. Mis hijos están desolados porque ha prevalecido el enemigo.
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