Y cuando todos los israelitas vieron descender sobre el templo el fuego y la gloria del Señor, se postraron rostro a tierra en el suelo, y adoraron y alabaron al Señor. Decían: «¡Ciertamente, el Señor es bueno, y su misericordia es eterna!»
Y todos los Israelitas, viendo descender el fuego y la gloria del Señor sobre la casa, se postraron rostro en tierra sobre el pavimento y adoraron y alabaron al Señor, diciendo: “Ciertamente El es bueno; ciertamente Su misericordia es para siempre.”
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