C uando Ajimaz llegó, se inclinó ante el rey, le deseó paz y le dijo: «Bendito sea el Señor tu Dios, porque ha entregado a los hombres que se habían sublevado contra Su Majestad.»
Y Ahimaas dio voces, y dijo al rey: Todo está bien. Se postró rostro en tierra delante del rey, y dijo: Bendito es el Señor tu Dios, que ha entregado a los hombres que levantaron sus manos contra mi señor el rey.
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