A sí que las lenguas son una señal, no para los que creen, sino para los incrédulos; pero la profecía es una señal, no para los incrédulos, sino para los creyentes.
Darum sind die Zungen zum Zeichen nicht den Gläubigen, sondern den Ungläubigen; die Weissagung aber nicht den Ungläubigen, sondern den Gläubigen.
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