S eñor mío, óyeme: una tierra que vale cuatrocientos siclos de plata, ¿qué es eso entre tú y yo? Sepulta, pues, a tu difunta.
“Señor mío, escúcheme: una tierra que vale 400 siclos (4. 56 kilos) de plata, ¿qué es eso entre usted y yo? Sepulte, pues, a su difunta.”
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